Más allá de sus impresionantes rutas y paisajes, el Camino de Santiago alberga un gran tesoro de mitos y leyendas, transmitidas de generación en generación, lo que lo convierte en un recorrido lleno de magia y de misterio.

Desde Monte do Gozo, te narramos algunas de ellas:

La leyenda del Caballero de las Conchas

Cuando los discípulos del apóstol Santiago viajaban en una balsa de piedra con sus restos a la altura de la villa marinera de Bouzas, en Vigo, se encontraron con una boda en la playa. Los invitados festejaban y jugaban a juegos típicos de la época como entretenimiento. En uno de estos juegos, el novio, en su empeño de coger una lanza antes de que cayese al suelo para ganar, se hundió en el mar junto a su caballo. Ambos desaparecieron en las profundidades.

Cuando la barca se acercó al lugar, el novio y su caballo resurgieron de las aguas recubiertos de conchas de vieira. Así, como señal de devoción y recuerdo del milagro, se acordó que todas las personas que decidieran peregrinar a Santiago de Compostela debían llevar la concha de vieira como símbolo.

El milagro del gallo y la gallina

Para este mito, nos trasladamos a Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) en el siglo XIV. Allí, una familia alemana pasaba la noche en un mesón tras un duro día de peregrinaje a Santiago. En este mesón, trabajaba una joven que se enamoró perdidamente del hijo de la familia, pero este amor no fue correspondido. La joven, para vengarse, simuló el robo de una copa de plata en la cantina y culpó al joven con pruebas falsas.

A la mañana siguiente, la familia se preparaba para retomar el Camino cuando se vieron sorprendidos por la justicia: el joven fue declarado culpable y condenado a la horca. Fue entonces cuando la familia se encomendó al apóstol Santiago y sucedió el primer milagro: la familia estaba despidiéndose del cuerpo del joven cuando se dieron cuenta de que estaba vivo. El apóstol había escuchado sus plegarias. Los padres fueron corriendo a comunicar la buena noticia a quienes allí se encontraban. El regidor, que estaba comiendo, se burló de ellos y pronunció la siguiente frase: «Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me disponía a comer». Entonces, sucedió el segundo milagro: las aves del plato comenzaron a cacarear y a caminar por la mesa.

De hecho, de esta leyenda surge la afamada frase utilizada para referirse al municipio de La Rioja: «En Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada».

El mito del Camino que todo lo cura

En la Edad Media, el consumo de pan de centeno estaba muy extendido en Centroeuropa y el cereal del que estaba hecho contenía un hongo parasitario con determinados efectos neurológicos. Así, mucha gente que lo consumía acababa sufriendo una intoxicación conocida como «fuego de San Antonio» o «fuego del diablo». Esta intoxicación provocaba convulsiones, alucinaciones, picores extremos, gangrenas e incluso pérdida de miembros o deformidades.

En aquel entonces, la única receta era la de hacer el Camino de Santiago. En el Camino, la atención de los monjes y de los hospitaleros se consideraba curativa. Y el pan con el que los alimentaban era blanco de trigo candeal, libre de las toxinas que contenía el pan de centeno, por lo que los enfermos llegaban al final del Camino curados.

El asno del apóstol

Esta historia se sitúa en Pamplona (Navarra), cuando una familia de peregrinos franceses hizo una parada en la ciudad para descansar en un hostal. Allí, la madre de familia enfermó gravemente, por lo que la familia tuvo que hospedarse más días de los que tenían previsto. Finalmente, la enfermedad la llevó a la muerte, convirtiendo esta experiencia en tragedia.

El peregrino y sus dos hijos continuaron el Camino hacia Santiago. Antes de abandonar el hostal, el dueño les reclamó una buena suma de dinero. Pero, ante la imposibilidad de hacerse cargo, el peregrino entregó al hospedero su asno a cambio.

Una vez en el Camino, la familia hizo una pequeña parada para rezar y pedir ayuda al Apóstol. Poco después, se encontraron en la ruta a un anciano que les prestó un joven asno para que les acompañase en las caminatas.

En su llegada a Santiago, el peregrino vio una visión del apóstol Santiago, a quien reconoció como el anciano al que se había encontrado muchos kilómetros atrás.

Ya en el Camino de vuelta, en su paso por Pamplona, descubrieron el fallecimiento del dueño del hostal. Todo el pueblo consideró la defunción del hombre como un castigo divino por avaricia y falta de caridad.

Y hasta aquí nuestra selección de cuatro historias mágicas que esconde el Camino. Esperamos que te hayan encandilado tanto como a nosotros.